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Te respondo a tus dudas sobre perros y mascotas en general - 6 - 99 - 85

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En la mayor parte de los países occidentales el número de hogares que cuentan con mascotas es cada vez mayor, principalmente perros y gatos, ha crecido firmemente en las últimas décadas, aunque tambien se elige como mascota a otros animales como periquitos . No obstante, la utilización del término mascota ha recibido distintos cuestionamientos en tanto no perro poodle toy respetaría la integridad del animal. En su lugar muchos autores han optado por la utilización de la expresión animal de compañía, la cual connotaría una relación más igualitaria. Sin embargo, esta expresión también ha recibido cuestionamientos y no necesariamente resulta reemplazable con el término mascota.

Mascota contra animal de compañía semeja reflejar la manera dual en la que estos animales son considerados y tratados. Se exponen desarrollos sobre el origen de la posesión de mascotas y su evolución histórica, y se discuten a partir de los más recientes cambios culturales. Finalmente, como conclusión, se resalta el potencial de estos animales para confrontar a las personas respecto de su posicionamiento antropocéntrico dentro del planeta, fomentando un acercamiento más igualitario hacia los animales y el mundo natural.

¿QUÉ ES UNA MASCOTA? OBJETOS Y MIEMBROS DE LA FAMILIA

Hace dos o tres años, en uno de los paseos frecuentes que efectuamos con mis perras por el parque, comenzaron a jugar con un cachorro de Beagle de unos 6 meses de edad. Aprecié que el can andaba con dificultad y le pregunté a su dueña por esto. Ella me comentó que se trataba de una patología crónica de los nervios de las patas traseras de origen impreciso, que al comienzo había pasada inadvertida en tanto el animal era muy pequeño al instante de su adquisición, pero que luego se había hecho muy evidente.

Me contó que tras una serie de estudios veterinarios había ido al vivero a solicitar el reembolso de su dinero, debido a la nosología del animal. El criador le había referido que posiblemente no se tratara de un problema innato, en tantos los padres y hermanos del perrito no habían mostrado un cuadro afín. De todas y cada una formas, el hombre habría admitido su reclamo, ofreciéndole 2 alternativas: entregarle un nuevo cachorro o rembolsarle su dinero; claro, siempre que devolviese el cánido enfermo al criador. La mujer manifestó que no estaba presta a dar al animal, en tanto había empezado a formar un vínculo con él y suponía que el criador terminaría por sacrificarlo. Esto parecía haber aumentado su indignación hacia el maligno criador.

Le pregunté entonces qué haría si volviera al instante de la compra: si elegiría a su perro o bien si escogería a un hermano sano. Ella se mostró desconcertada, y sin lograr responder, de manera rápida arremetió nuevamente contra la moral del criador y refirió sus pretensiones de denunciarlo.

INTRODUCCIÓN

Ancestralmente, en diferentes etnias alrededor de todo el planeta, los animales han sido respetados como compañeros esenciales en la supervivencia y en la salud de las personas. Muchas tradiciones espirituales han honrado las relaciones entre humanos y las formas de vida animal, como una parte de la interconexión con el mundo natural y espiritual (Serpell, 2006).

Sin embargo, las actitudes humanas cara los animales han sido excepcionalmente variables y arbitrarias entre distintas etnias. Probablemente estas diferencias tengan un origen tanto materialista —existiendo motivos económicos relacionados— como asimismo en las connotaciones sensibles y simbólicas particulares (Kobayashi, 2011; Serpell, 1996). Los animales son vitales para sociedades de cazadores-colectores y ganaderos, que se basan en ellos de forma directa para obtener comida, lana, cuero, herramientas y otros materiales. Además, son esenciales en las sociedades agrícolas y en las civilizaciones que emergieron de estas, donde además de materiales proveían fuerza motora (York & Mancus, dos mil trece).

Los animales han tenido una profunda influencia en las diferentes sociedades humanas desempeñando un rol esencial durante la historia de la humanidad (York & Mancus, 2013). En nuestros días constituyen uno de los componentes naturales de mayor significado social y económico, científico y cultural de un país (Páramo & Galvis, 2010). Los humanos usan animales de múltiples formas, básicamente con relación a productos tangibles o servicios, como ser la producción de comestibles o pieles, transporte, seguridad o investigación biomédica (Sandøe, Corr, & Palmer, 2016).

Al tiempo que la mayor parte de los animales familiares son explotados con indiferencia a partir de los recursos económicos y los servicios prácticos que proveen, existe una categoría absolutamente diferenciada de animales familiares, la que, por motivos no obvios, está exceptuada de este trato (Serpell, 1996; Serpell & Paul, 1994). Estos animales, son mantenidos en los hogares de las personas donde semejan tener un objetivo escasamente definido. A estos nos referimos generalmente como mascotas (Sandøe et al., dos mil dieciseis); y los animales que prototípicamente representan esta categoría son los perros y los gatos.

En la mayor parte de los países occidentales, el número de hogares que cuentan con perros o bien gatos ha crecido de manera firme en las últimas décadas (Serpell, 2016). En Estados Unidos en el año dos mil once más de un tercio de los hogares tenían uno o más perros, y poco menos de una tercera parte tenía uno o más gatos (American Veterinary Medical Association, 2012). Cálculos más recientes efectuados por la American Pet Products Association (s.f.) estimaron que entre el 2015 y el dos mil dieciseis más del 44 por cien de los hogares estadounidenses contarían con al menos un cánido de compañía. En la Unión Europea en el 2014 se encontró que poco más del 25 por cien de los hogares tenían cuando menos un gato, y alrededor del dieciocho por cien tenía por lo menos un can (European Pet Food Industry Federation, dos mil catorce).

El informe últimamente publicado por el Ministerio de Hacienda respecto de la posesión de animales de compañía en la Urbe Autónoma de la ciudad de Buenos Aires (Dirección General de Estadística y Censos, 2016) estimó una población levemente superior: cuatrocientos treinta con cero perros, a razón de un cánido cada setecientos catorce personas, y 250,000 gatos, a razón de un gato cada 12.5 personas.

Las mascotas pueden cambiar ampliamente, incluyendo diferentes especies de mamíferos, aves, peces y reptiles. En el último relevamiento demográfico de animales de compañía publicados respecto de la Urbe Autónoma de la ciudad de Buenos Aires por el Instituto de Zoonosis Luis Pasteur, se estimó un total de 865.984 animales. De estos, el 49.19 por ciento eran caninos, 23.87 por cien felinos, 13.69 por ciento aves y 13.25 por cien de otras especies (Bovisio et al., 2004).

Al paso que las relaciones establecidas con ciertos de estos animales resultan parcialmente parasociales y unilaterales (y también.g., tortugas, peces), las relaciones establecidas con otras mascotas, como perros y gatos, implican compañía, contacto físico y bienestar. No obstante, podemos abarcarlos a todos en una misma categoría y referirnos a todos bajo el término. Entonces, ¿qué es una mascota?

¿CÓMO SE DEFINEN?

En castellano la palabra mascota tiene tres acepciones, en tanto designa una persona, animal o cosa que sirve de talismán atrayendo buena suerte, un género de sombrero flexible, y un animal de compañía (Diccionario de la RAE, dos mil catorce). La lengua española lo tomó del francés mascotte, préstamo tardío (de mil ochocientos sesenta y siete) del provenzal mascoto, que en francés significa “brujería, embrujo”, y que se difundió a partir a la opereta de Audran La Mascotte de mil ochocientos ochenta, que rondaba en torno a una joven que atraía buena suerte (Currel, dos mil seis).

En inglés, mascota (pet) tiene distintas acepciones, pero aquella que se refiere al animal de compañía lo define como un animal típicamente amaestrado o amansado, que es mantenido por placer o bien compañía (Stevenson, dos mil diez).

En las definiciones de mascota, en tanto animal de compañía, se destaca la tendencia a discriminar los animales mantenidos fundamentalmente por motivos sociales, sensibles o bien sentimentales (i.e., mascotas) de aquellos animales mantenidos por propósitos económicos o prácticos (i.e., animales de trabajo, ganado, animales de experimentación). De todas maneras, se reconoce que ambas categorías puedan superponerse en la práctica, como ocurre con los perros guía o perros pastores (Serpell & Paul, dos mil once).

Una definición extensamente aceptada de la mascota como animal de compañía, la describe como aquel animal que se encuentra bajo control humano, vinculado a un hogar, compartiendo intimidad y proximidad con sus cuidadores, y recibiendo un trato especial de cariño, cuidados y atención que garantizan su estado de salud (Savishinsky, mil novecientos ochenta y cinco). Aunque los humanos han mantenido como mascotas una enorme pluralidad de animales —incluyendo grillos, tigres, cerdos, vacas, ratas, cobras, caimanes, águilas— los animales prototípicos que identifican la categoría mascota son los perros y los gatos (Herzog, dos mil doce).

En nipón es posible llamar a una mascota como petto o bien como aigandôbutsu (literalmente “animales para amar y con quienes jugar [o disfrutar]”); y mientras que algunas especies, como perros y gatos, son referidos de las dos formas, otras como los grillos o escarabajos —en su conjunto llamados mushi— son referidos en la literatura generalmente como petto, mas nunca como aigandôbutsu (Laurent, 2000).

En la cultura occidental, actualmente el término mascota no disfruta de popularidad en tanto no respetaría la propia integridad y dignidad de los animales (Sandøe et al., dos mil dieciseis), y animal de compañía ha sido preferido por muchos estudiosos en el campo de las interacciones humano-animal. Este último término hace referencia a la primordial función que la gente refiere de muchos de estos animales y a la vez connota una relación de mayor igualdad (Staats, Wallace, & Anderson, 2008; Walsh, 2009).

La expresión animal de compañía se ha mostrado también problemática, en tanto el término de compañía, o bien en inglés asimismo compañero (companion), pasa por alto el hecho de que los humanos son por norma general considerados los dueños de sus compañeros no-humanos; y, además de esto, animal oscurece el hecho de que los humanos asimismo son animales (Redmalm, dos mil trece). Ciertos autores rechazan también este término en tanto muchas mascotas no se configuran como compañeros (y también.g., Herzog, dos mil mascotas100.com doce).

De esta forma mascota y animal de compañía no necesariamente serían términos intercambiables, sino el primero comprendería un extenso rango de animales con los que las personas elijen vivir, y el segundo término reflejaría un subconjunto de mascotas con los que las personas tienen un vínculo singular y también interactivo (Sandøe et al., 2016).

Por otra parte, legalmente los animales de compañía son considerados propiedades (Irvine, 2004; Miller, dos mil once). Aunque resulta indiscutible que en tanto las personas compren animales legítimamente son sus dueños o propietarios, diversas organizaciones dedicadas a la protección de animales hacen referencia a bulldog francés sus tenedores como custodios, buscando reflejar la relación subjetiva que existe con el animal (Armstrong et al., 2001). Aunque este término, al menos de forma simbólica, genera un corrimiento del modelo de propiedad cara uno más bien familiar, tiende a situar la cuestión en un territorio de parentalidad; esto puede contribuir a la infantilización de estos animales mientras que carece de cualquier género de respaldo legal (Miller, dos mil once). A diferencia de quien tiene la custodia de un niño, quien ejerce la custodia sobre una mascota está autorizado a deshacerse de ella, venderla, castrarla o sacrificarla. Para Herzog (dos mil doce) los términos animal de compañía y protejo son sólo ilusiones lingüísticas que aparentan que no poseyéramos a los animales con los que vivimos.

Se ha propuesto la incorporación legal de los animales de compañía como propiedad viviente y el reconocimiento de sus derechos legales (Favre, 2000; 2010). No obstante, si estos animales son entendidos fundamentalmente como una clase de seres vivos que existen para brindar placer y compañía a los humanos, concederle un valor intrínseco a su vida hace que sea controvertible su posesión y tenencia, sea que los llamemos mascotas o bien animales de compañía (Irvine, dos mil cuatro).

Por su parte, el término mascota dejaría destacar la asimetría y jerarquía que existe en la relación entre humanos y estos animales (Belk, mil novecientos noventa y seis). Por su parte destaca la situación paradójica que estos ocupan, siendo productos de mercado y al unísono siendo incluidos en la esfera humana como miembros de la familia (Redmalm, 2013). De esta forma, los perros y gatos de compañía pueden ser pensados como criaturas que hacen equilibrio entre la naturaleza y la cultura, simultáneamente incluidas y excluidas de un humano. Mascota contra animal de compañía refleja la manera dual en la que estos animales son considerados y tratados (Belk, mil novecientos noventa y seis).

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on May 31, 20